Monday, February 14, 2011

Pascual I. Rodríguez Cruz

Santa María Ixcotel

Como empezar una carta cuando la persona que lo leerá ni una palabra consuela su dolor y podríamos culpar a la vida y hasta Dios. Pero sólo él sabe por qué pasan las cosas.

En el poco tiempo que llevo de conocerlo he podido percibir esa forma única de regalar alegría y esperanza. Dado que el lugar donde tuve el placer y el privilegio de conocerlos recordándome que en este mundo tan mezquino todavía hay personas buenas, llegaron a nuestras vidas dando a nuestras almas rayos de luz sin importarles nuestro pasado ni el motivo por el cual estábamos en este lugar llamado prisión.

Doctora, sé que la partida de su esposo deja en todos un gran vació pero sé también que él nos ve desde lo alto con esa sonrisa tan peculiar, porque sabe que no lo recordamos tristeza sino como el hombre feliz, impetuoso y dedicado, a cada uno de sus proyectos; esperando siempre dar lo mejor de sí mismo, claro que lo vamos a extrañar, pero también que a él le gustaría que lo recordemos con una sonrisa. Como la que él le gustaría regalar a quien se le acercara, esa calidad humana la he visto en muy pocas personas.

Por ello, con el corazón en la mano le digo, que aunque miles de kilómetros nos separen desde aquí, le mando a usted y a su familia un fuerte pero sincero abrazo, y mi más sentido pésame y recuerden:

HAY PENAS QUE NO SE CURAN, SÓLO SE PUEDEN COMPARTIR.

Atentamente:

Pascual I. Rodríguez Cruz      
El Preso

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