Mario

Michael, pocas personas me han enseñado tanto como tú. Tenías el don de saber combinar la felicidad, el gusto por la comida y la buena bebida, y el humor con la academia y el compromiso con los que menos tienen. Tu éxito como antropólogo no debe sólo medirse por el número de comadres y compadres que acumulaste, sino por el gran cariño que inspiraste en todas ellas y todos ellos.

Quiero que sepas que me dolió mucho perderte. Como dicen los gringos “Shit comes in threes.” Primero mi padre, luego mi suegro y ahora tú. Perdí un gran amigo, un colega, pero sobre todo un maestro que me enseñaba con el ejemplo. Gracias por ser mi asesor externo y darme “pep talks” justo cuando más lo necesitaba.

Belem y yo siempre recordaremos los buenos momentos que pasamos contigo en Oaxaca y fuera de México. Viajar contigo siempre era interesante pues sabías encontrar lo mejor de cada lugar. Nuestro viaje a New Orleans simplemente lo pondremos en pausa para cuando llegue el momento de encontrarnos de nuevo. Mientras tanto disfruta de las pláticas de mi padre que es bien platicón y del buen Rock & Roll de mi suegro. Un fuerte abrazo, vato.

Con cariño, respeto y admiración,

Mario

Nuestra primera gran aventura con el vato