A nuestro entrañable amigo Michael Higgins lo conocí a principios de la década de 1990, gracias a Martha Rees y Arthur Murphy, en mi época de estudiante cuando solíamos reunirnos en los eventos del Instituto Welte o en la casa de Martha. Para mí Michael siempre fue muy respetuoso, amistoso, de buen humor y generoso. Recuerdo que una vez mi equipo de trabajo se reunía para cenar en un restaurancito del Centro Histórico de Oaxaca y de repente empezamos a recibir ramitos de gardenias, esas flores blancas y de aroma dulce que venden las niñas y niños para ganarse unos pesos, los cuatro o cinco miembros del equipo que estábamos en la mesa, incluye El Director del equipo, recibimos flores, al principio yo le dije a la niña que las flores no eran para nosotros que se trataba de un error y la niña contestó que no era un error, que nos las mandaba el Sr. de alado, volteamos a ver y era Michael con su enorme sonrisa que nos contagiaba a todos. Ojalá y ahora mismo yo pudiera mandarle esas hermosas gardenias a Michael a donde quiera que él se encuentre.
Saludos afectuosos para la familia de Michael.
Dolores Coronel
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